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Explorando el universo

La revolución de los planetas extrasolares

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Hace 14 años, cuando el astrónomo suizo Michel Mayor descubrió un planeta fuera del Sistema Solar se abrió una puerta al Cosmos que hasta entonces se basaba en simples conjeturas: la posibilidad real de que exista algún tipo de vida más allá de la atmósfera terrestre.

Desde entonces, el número de exoplanetas detectados por los nuevos telescopios espaciales ha superado los 400. Los últimos, los 32 que hace 15 días anunció el mismo Mayor en Madrid. Entre ellos los hay muy distintos: muchos son totalmente gaseosos, otros rocosos. Los hay helados y muy calientes. Gigantescos y diminutos. Algunos tienen muchas lunas y otros están bajo el influjo de dos estrellas. Incluso se han detectado ‘supertierras’, aquellos que tienen varias o muchas veces la masa de la Tierra.

Diez astrónomos han seleccionado para National Geographic algunos de los que podrían albergar vida, aún cuando sus condiciones son extremas. El documental se emite esta noche, a las 21 horas, por el canal National Geographic, con el nombre ‘Mundos extraterrestres’.

Desde luego, inhabitable es el primer exoplaneta que se encontró, Belerofonte, en la constelación Pegaso. Con una temperatura de 1.000ºC y totalmente gaseoso, es del tipo llamado ‘Júpiter caliente’, y tiene un inmenso tamaño. Si hay allí llueve, será vapor de hierro.

La ruleta cósmica

“Cuando se forma una estrella, alrededor deja unos discos de gas y polvo, donde se forman los planetas al azar. Es como un ruleta. Se van sacando números y, con el tiempo, salen los de la suerte. Esa es la probabilidad de que se forme un planeta con condiciones para la vida”, explica a EL MUNDO.es Sara Seager, astrofísica del MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts) y colaboradora de National Geographic.

Ahí está el caso del planeta Osiris, también en la constelación Pegaso. En Osiris se ha detectado sodio, carbono, hidrógeno y oxígeno (todos ellos, elementos necesarios para la vida), pero también está demasiado cerca de su estrella y su temperatura es tan elevada (un millar de grados) que cada segundo pierde 200.000 toneladas de su atmósfera. Además, no tiene superficie sólida.

“La razón por la que se encuentran tantos planetas muy calientes está en que son los que se detectan con la tecnología actual, que los encuentra analizando la bajada de intensidad de la luz que dejan al pasar ante de su estrella. Pero eso no significa que más lejos no haya otros más parecidos al nuestro. Estoy seguro que hay millones de planetas rocosos como la Tierra que se encontrarán en el futuro. Ya se esperan grandes resultados del telescopio espacial Kepler [lanzado en marzo]. La Tierra está dentro de un sistema, el Solar, que es de formación universal. Otra cosa es que no tengamos detalles de las superficies de estos planetas, sólo de su atmósfera. Incluso si viéramos la Tierra desde muy lejos, sería distinta”, explica Juan Pérez Mercader, investigador del Centro de Astrobiología del INTA. “El Sol es una estrella común, no tiene nada de especial”, insiste.

Búsqueda de ‘aliens’

Este experto, protagonista de la Semana de la Ciencia de Gran Canaria con un café científico (martes 17) sobre este tema, está convencido de que hay mundos helados, como Júpiter o zonas de Marte, que en su interior podrían tener cuevas con agua en las que existan organismos biológicos. Aunque, precisa, “será una vida bacteriana, muy simple, como la que hubo en la Tierra en sus orígenes”.

Es lo mismo que piensa Seager: “Soy optimista respecto a que nuestra generación encontrará vida fuera de la Tierra. Depende de lo que queramos invertir en ello y de cómo de común sea. Si invertimos otros 5.000 millones de dólares para construir un telescopio que podría encontrar planetas, localizaría 100 estrellas cercanas al Sol, y si las ‘tierras’ con vida son comunes, nosotros las veremos, pero si son raras habrá que buscar muchas más, lo que requiere más tiempo. Y no me refiero a ver ‘aliens’ similares a nuestros seres vivos, sino a detectar en sus atmósferas señales biológicas, como lo son el oxígeno o el ozono en nuestro planeta, bioseñales generadas por las plantas y las bacterias”.

De momento, ya han sido localizados en el Cosmos seis elementos básicos para la vida. Y también aminoácidos en un cometa. Lo que aún se busca es un planeta con agua líquida, ni grande (porque tendría una inmensa atmósfera de hidrógeno y helio y una superficie muy caliente) ni pequeño. En definitiva, lo que los astrónomos llaman un planeta Goldilocks.

La esperanza está en las ‘supertierras’, que son más grandes que la que habitamos. Ese Goldiloks debería orbitar una estrella pequeña para no recibir excesivo calor aún estando cerca. “Eso es más fácil que encontrar una Tierra gemela”, reconoce Seager.

Podría ser el caso del planeta Gliese 581c, el más parecido a éste que se ha encontrado, con una temperatura de entre menos 3ºC y 40ºC. Se cree que se compone sólo de agua. También el Gliese 581d está en zona habitable. En todo caso, resulta evidente que cada día estamos más cerca de confirmar que no estamos solos.

Fuente: El Mundo

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